“Durante más de treinta años de experiencia profesional dedicada a la música he tenido la oportunidad de convivir con muchos grandes músicos, algunos de ellos insoportables, la gran mayoría muy interesantes, pero solo unos pocos han sido realmente especiales para mí. Es el caso del Maestro Alberto Zedda.
Alberto fue un entrañable amigo en lo personal y un músico integral en lo profesional. Pero Alberto fue para mí mucho más que un gran director de orquesta, o un fino ojeador de jóvenes talentos vocales, o un incansable musicólogo, o un tipo cultísimo… Alberto fue una persona excepcional, generosa, campechana, fiel amigo de sus muchísimos amigos… Y yo personalmente me siento orgulloso (y agradecido) de haberlo sido durante tantos y tantos años (si no recuerdo mal fueron 26 años, nos conocimos en 1991).
Pues bien, durante estos cinco largos lustros tuve la oportunidad de compartir momentos preciosos con el Maestro, bien en la intimidad (a solas con él o en compañía de Cristina) o junto a tantos amigos comunes. Pero también tuve la enorme suerte de disfrutarlo en más de un centenar de interpretaciones memorables en salas de concierto y teatros de ópera de medio mundo, aunque el momento más especial para mí fue cuando tuvimos la oportunidad de trabajar juntos, codo con codo, en esta maravillosa ciudad que tantas satisfacciones nos dio.
Fueron cinco años entrañables los del Festival Mozart de La Coruña, compartiendo experiencias musicales (y vitales) excepcionales, y como botón de muestra ahí quedó el estreno en España del inolvidable Viaggio a Reims de aquella histórica noche coruñesa del 6 de julio de 2000, que nunca podremos borrar de la memoria porque fue uno de los grandes acontecimientos musicales de nuestro país (y creo no exagerar un ápice con esta afirmación), pues todos los que la vivieron in situ podrán dar fe de lo allí vivido. Fue una noche mágica… Una noche única, como también lo fueron esos cinco lustros de estrecha y fecunda amistad.
¡Mil gracias Alberto por todo cuanto nos diste!” Antonio Moral