“Genio y generosidad. Son las mejores palabras para retratar a Alberto Zedda.
Como musicólogo devolvió la vida a innumerables obras que sobrevivían adulteradas. Como músico transmitió a lo largo y ancho del mundo toda la emoción de las mejores partituras .
Con vocación de maestro fue mentor de las mejores voces del momento, empeñándose siempre en apoyar a los más jóvenes; en su magisterio era donde mejor lucía su generosidad, pues siempre sabía dar todo con gran paciencia y entrega . Recuerdo cómo, en una ocasión, en Pésaro, saliendo de una representación del Viaggio, con el tiempo muy justo para acudir a un importante compromiso, se le acercó una de las intérpretes para pedirle consejo, al instante desapareció toda la urgencia y supo escuchar, corregir y enseñar, sin ocultar nada, como si dispusiese de todo el día .
Más que extenderme en su carrera, cuyos éxitos son de todos conocidos, me gustaría hablar de su talante: profesional exigente, era en cercanía, un hombre sumamente entrañable, escuchaba siempre y siempre hacia comentarios profundos, cargados de cultura y reflexión, de amor y profundidad.
Conservo el recuerdo de muchas conversaciones con él, una de las primeras, que me abrió las puertas a sus conocimientos, versó sobre las diferentes lecturas de la obra de Rossini, lógicamente, mi visión de la música rossiniana, cambió y también mi forma de entender la música. Con él eran constantes las referencias a la cultura clásica, que a ambos nos apasionaba, y dejaban ver su espléndida formación humanística. Para mí fueron una fuente de disfrute y enriquecimiento.
Fuera del mundo intelectual, los momentos que recuerdo con más emoción son los pasados en el porche de su casa de Pésaro, cuando, con una mirada llena de cariño y paz, me pedía que me sentase a su lado para tomar un aperitivo y comentar los éxitos del festival . Apurado por sus constantes compromisos, pocas veces tenía tiempo para el ocio, pero cuando podía se entregaba a los amigos con pasión, pasión que ponía en todo su trabajo y en su vida .
La Coruña, ciudad que hizo suya gracias a Cristina, su mujer, tiene una enorme deuda de gratitud con Alberto Zedda. Fue verdadero “alma mater” del Festival Mozart, importante valedor de la Orquesta Sinfónica de Galicia e impulsor del Festival de Amigos de la Ópera, donde tuvimos la ocasión de escucharle por última vez; el público de la ciudad, siempre fiel al maestro, supo agradecerle sus inolvidables interpretaciones. Esperemos que las instituciones también sepan hacerlo .
Gracias , Alberto.” Javier Bahamonde y Santiso de Osorio