“Conocí a Alberto, o mas bien choqué con ese diminuto coloso en una producción de Il Viaggio a Reims, en el Festival Mozart de A Coruña y desde aquel momento yo y todos los que allí estabamos, nos impregnamos de su magia. Su entrega para transformar una versión de concierto en una genial y novedosa producción; su profundo conocimiento de la partitura para resaltar en su justa medida la luz de la música de Rossini nos mostraron la esencia de Alberto.
Humanista extraordinario, a veces nos reuníamos para hablar de articulaciones y arcos de partituras que él ya había dirigido montones de veces, de filosofía, de política, de literatura…. su infinita curiosidad le llevó a aceptar un proyecto rossiniano con instrumentos originales que yo le propuse y que finalmente no se consolidó.
Aprendí de Alberto que estamos de paso; pero que si queremos decir algo con la música tenemos que entregarnos al máximo y dar lo mejor de nosotros.
A mi mente vuelven los spaguetti a medianoche, después de los ensayos, mis risottos que tanto le gustaban y que disfrutábamos sentados a la mesa continuando con la música.
Fuente de inspiración, compañero de tante belle avventure como él me escribió en una ocasión, con su inagotable energía nos engañó a todos haciéndonos creer que estaría aquí compartiendo su sabiduría para siempre. La realidad nos despertó un día de marzo y fuimos conscientes de que ya no estaba aquí; pero que sigue acompañándonos desde otro lugar, desde donde nos mira con sus ojos juguetones, su mirada benévola y su inmenso amor por las personas y la música. Gracias Alberto por todo lo que nos has dado y sigues dándonos.” Massimo Spadano